El Kari-Kari

El Kari Kari apareció en el altiplano en tiempos de la colonia. Se lo relaciona con la figura del sacerdote-jesuita, mercedario, franciscano-, llegado con los conquistadores españoles. La tradición rural ha caracterizado a los religiosos católicos como sombrías personas que traían en una mano la Biblia y en la otra el látigo. Eran temidos. Y su proximidad causaba pavor.
Esta figura se modificó paulatinamente hasta llegar al perfil del complejo y misterioso Kari Kari, provisto de una campana que hace sonar constantemente. Su propósito es extraer de sus víctimas el cebo con el que, según la creencia popular, adquirirá poderes sobrenaturales. La veracidad o no de su existencia es algo que los antropólogos aún no han terminado de testimoniar y, por tanto, de aceptar o rechazar. Frases en aymara, como ¡Sarjam Karisiri! (¡vete Kari Kari!), evidencian el temor y popularización de esta aparición, sobre todo, entre los comunarios y migrantes aymaras.

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